A solas by Silvia Congost

A solas by Silvia Congost

autor:Silvia Congost [Congost, Silvia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Autoayuda
editor: ePubLibre
publicado: 2019-10-01T00:00:00+00:00


La ira

He visto a muchas personas atrapadas en la ira después de un divorcio complicado y doloroso. Cuando tu pareja te deja por otra persona y encima lo hace desde la ausencia total de sinceridad y sin el más mínimo atisbo de compasión, sin pensar en absoluto en qué es lo que más puede dolerte y sin hacer nada para tratar de evitar un poquito ese dolor que va a generarte esa pérdida indeseada, en esos casos es fácil que conectes con la ira.

Imagina que, además, tenéis hijos en común y ves que no se hace cargo de ellos por lo absorbido que se siente por el enamoramiento con esa otra mujer u hombre que le tiene en sus redes… Aún sientes más ira. Y aún más si encima habéis acordado una forma de funcionar con los niños, los dos tenéis trabajos y es importante encontrar una manera en la que todo fluya, pero ves que él o ella no cumple lo pactado, se lo toma a la ligera y sientes que abusa de ti y de tu buena fe (probablemente llegues a la conclusión de que tú lo acabas haciendo todo por tus hijos, porque si el otro progenitor pasa de todo, ellos no tienen la culpa). Y así vas cediendo, cada vez más, y con ello vas generando cada vez más ira. La otra persona no cambia, sigue igual, y encima te enteras de que vive como un adolescente. No te pasa el dinero que habéis acordado, no se queda a vuestros hijos cuando le tocan, pero te cuentan que se va de viaje aquí y allá, que le ven en restaurantes caros, saliendo de noche, en fiestas y eventos, que ahora se cuida más que nunca… Aún más ira.

Y poco a poco, sin darte cuenta, la ira va ocupando cada vez más espacio en tu interior. Y encima, por si todo esto fuera poco, te ves a ti solo o sola. No tienes tiempo para conocer a nadie ni sabrías por dónde empezar. Y como no estás bien, te das cuenta de que has envejecido; te ves peor, notas que el cansancio hace mella en ti. Y todo «por su culpa». Aún más ira.

En estos casos, la ira, a pesar de ser una emoción que tiene una función (ayudarnos a poner límites y no dejar que abusen de nosotros), es muy dañina. A menudo no imaginamos hasta qué punto puede llegar a serlo. Sobre todo, porque nos puede llevar a sufrir ansiedad, debido a la angustia que nos provoca ir focalizándonos cada vez más en todo lo que hace o deja de hacer la otra persona. Además, tenemos la necesidad de buscar aliados, otras personas que nos den la razón, que nos confirmen lo mal que lo está haciendo el otro, y para conseguirlo, explicamos una y otra vez a aquellos con quienes nos cruzamos lo que ha hecho en esta ocasión. «¿Te puedes creer que ayer lo vieron…?», «Es que no salgo de mi indignación», etcétera. Con este tipo de conductas y actitudes no vamos nada bien ni llegamos a buen puerto.



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